No tengo una buena historia. No quiero tener una. Empece mi vida como cualquier otra persona, pero mis padres nunca fueron como otros padres.
Religiosos hasta la sangre que corría por sus venas. Les pareció muy extraño y demoníaco tener un amigo imaginario a los 5 años.
La primera solución fue llevarme a una iglesia, donde el cura estaba mas loco que mis padres.
Este me miro con desprecio, nunca me quiso ese viejo, grito todo en contra mio, grito que desde que me habían bautizado había visto algo del demonio en mi, pero para no preocupar a Andrew y Mauren (mis padres) no les había dicho nada.
La segunda solución fue llevarme a un manicomio. Obvio que yo, entre esta discusión, nunca tuve palabra ni voto.
Me despertaron una mañana, unos hombres vestidos de blanco, mis ojos irradiaban dolor y tristeza cuando oí decir a mi madre:
"Saquen a este monstruo de aquí, no se como pude tener esto de hija" - grito con voz dura, y sin ningún sentimiento en ella. Para tener esa edad pude notar que nunca fui una hija querida entre la familia. Mis abuelos paternos murieron, al igual que mi abuelo materno. Mi abuela, Gloria, era lo único que tenia, y que siempre me decía que tener un poco de imaginación mas que los demás no le hacia daño a nadie. Mi tía, Felicitas, era completamente opuesto a su nombre. Nunca en los pocos años que pase junto a ella, la vi sonreír. Era seria y severa, no tenia hijos, ni si quiera un novio. No me sorprende de que muera sola y con unos gatos demás.
Recuerdo la imagen de mi madre cerrando con dureza la puerta, y a los tipos amarrándome a una camilla para que no me moviera.
Gritaba, pedía que me sacaran de ahí.
Nunca nada paso.
Pase 8 años de mi vida encerrada en una habitación blanca, de techo alto y con solo una cama, una velador y un pequeño baño con azulejos blancos, inodoro, lavamanos y una ducha del mismo color.
En esos años, me acostumbre a usar una remera y un pantalón holgado blanco, ni si quiera usaba zapatillas.
Doris, la enfermera de unos 50 y pico de años venia todos los días y jugábamos algún juego, o me peinaba, o escuchábamos alguna canción. Para mi cumpleaños numero 7 me regalo una cadenita de plata, que cada vez que cumplía años le iba agregando dijes que me compraba. Desde una luna, hasta un pequeño trébol con pequeños diamantes.
Cuando cumplí 14, ella comprendió que estaba harta de no haber visto nunca el exterior. Mi piel pálida, y carente de manchas hechas por el sol, daba a entender de que ya me había olvidado del calor de éste, de lo brillante que era la luna en las noches.
En el atardecer del 27 de Septiembre, después de haber pasado años en ese hospital de rehabilitación, donde mis padres me habían abandonado, logre volver a presenciar los colores cálidos del cielo cuando se escondía el sol.
Desde esa tarde, pude salir libremente de mi cuarto e ir a visitar otros lugares del hospital.
Nunca fui muy abierta, Para nada. Con nadie, excepto Doris. Ella fue mi segunda madre, después de Gloria; porque seamos sinceros, era cosa de Mauren, no se merece el titulo de madre ni aunque le
pagues.
Desde esa tarde, empece a escuchar distintos tipos de música, el arte empezó a gustarme cada vez mas, los miércoles se convirtieron en miércoles de películas, en donde Doris y yo acomodábamos algunas frasadas en el piso de la sala de espera, y veíamos en el único televisor decente del recinto.
Pero un día, eso pareció ser todo una ilusión. Un lindo sueño, que sabias que algún día se terminaría.
Una semana antes de que cumpliera los 16, Doris fue empujada escaleras abajo por un pequeño que iba corriendo por ahí. No saben cuanto maldigo desde aquel día a ese pendejo que estaba ahí. Los años, a Doris no le ayudaron a soportar esa caída.
Y fue ahí cuando cambie.
Me volví cerrada. Mucho mas cerrada que antes.
La maestra particular que venia todos los días, dejo de venir por mis advertencias de que si volvía tocar este piso saldría sin un brazo.
Mi cuarto seguía en el mismo lugar, desde afuera parecía que no hubiese sufrido cambios. Pero si entrabas te dabas cuenta de que las paredes blancas habían sido pintadas con chorros de pintura negra y azul, y en algunos lugares se dejaba ver el blanco de abajo. Con el paso de los días, las paredes empezaron a llenarse de frases, de acciones que hacia día a día, de como me sentía sin ella.
La ropa holgada y clara, se transformo en remeras negras lisas mangas cortas, y chupines negros combinados con unos borcegos que Doris me había comprado.
Laura, la encargada de cuidar a los niños mas chiquitos, también se encargaba de mi. Y lo primero que hizo, cuando se entero de lo de la maestra particular, fue inscribirme en un colegio publico.
Una cosa curiosa, fue que cuando tuvimos una pelea gracias a esto, me hizo recordar cuando Mauren dijo esas últimas palabras, haciéndome saber que no podía participar en esta guerra, que ya no tenia oportunidades de ganar.
El lunes de la semana siguiente, ya estaba bajándome del auto de Lauren y encaminándome al colegio, en donde un quilombo de gente estaba amontonada en la puerta del edificio. No era que se peleaban por ver quien entraba primero, al contrario, solo estaban ahí, y parecía que apenas se acordaban que tenían que entrar.
Aferre la mochila negra a mi espalda cuando oí que el timbre sonaba, y los alumnos ni se inmutaban.
Camine insegura y lentamente hacia el colegio. Cuando solo me faltaban unos metros para estar al frente de la puerta, esta se abrió y salio un hombre de unos 40 años, calvo, y con un traje gris que lo hacia verse mas gordo.
Con un grito hizo que los adolescentes entraran sin ganas. Era Agosto, ya los chicos no tenían ganas de venir, y ni pensar que todavía le quedaban 5 meses mas de clases.
Espere a que todo el mundo entrara, y cuando ya se podía pasar tranquilamente por los pasillos entre al colegio.
Busque el despacho del director, y ahí encontré al hombre calvo.
"Hola"- levantó la vista cuando entre a su oficina - "supongamos que vos sos la nueva alumna de cuarto año"- Asentí.- "Toma, necesitas llenar esto para entrar a clases, entraras después del recreo porque ya empezaron"- me entrego unas dos hojas escrita en ambas carillas con letra sumamente pequeña.
Espere a que me dijera algo mas, pero solo bajo su enorme cabeza hacia el celular.
Me senté en unos sillones rojos, que combinaban con las paredes. Horrible. Saque una lapicera de mi mochila y empece a completar. Se me hizo complicado, no sabia que escribir y pase unos 45 minutos completar la primera hoja.
Cuando termine ya habían pasado unos minutos del timbre. El hombre me recibió las hojas y me dio otras. Una era una autorización para darle al profesor y la otra los horarios. Suspire. Tenia Biología. ODIO Biología.
Cuando salí al pasillo, me sentí observada, y claro, era nueva en el colegio, era Agosto y mi forma de vestir era bastante notable. Nadie llevaba una remera de Green Day, unos chupines y borcegos negros. Ademas tenia la piel sumamente blanca, y pecas en todo el cuerpo.
Cuando encontré el aula, el profesor estaba entrando, pero ningún alumno estaba adentro. Le di el papel al profesor y me dijo que me sentara que los demás estaban por entrar.
Apenas me senté, por la puerta empezó a entrar una manada de personas. Todos se sentaron es sus respectivos asientos, pero uno se paro enfrente mio.
"¿Que haces pendeja? ¿No ves que ese es mi banco?"- gruño. Apreté mi puño, habían pasado apenas unos minutos y ya quería arrancarle la cabeza al tarado.
Me agache, tome mi mochila y me levante del banco. Para mi sorpresa, el chico era de mi altura, tenia apenas una insipiente barba, y rulos salían para todos lados.
Me sentí rara. Tenia ojos negros. Nunca había visto a alguien con ojos así.
"Me importa tres huevos que sea tu banco, pero pensándolo mejor, no me gustaría sentarme en un lugar que tenga tus germenes."- Susurre tratando de que solamente el me escuchara. Su cara cambio completamente cuando me acerque a decirle eso.
Después de segundos, me di vuelta y me senté en un banco del fondo. Al lado mio había una chica con mas maquillaje que piel que mostraba. Y era bastante piel.
Le dedique una buena cara de asco y saque un cuaderno en blanco.
El profesor dejo que los alumnos hablaran un rato; el cual yo estuve apoyada contra el respaldo de la silla. Una vez pasado los 15 minutos se levanto de la silla y el silencio invadió el aula al instante. Me sorprendió que fuera tan repentino.
"Bueno, hoy tenían examen..."- comenzó a decir, y se detuvo frente a la clase -"pero como tenemos una nueva alumna lo pospondremos una semana"- termino de decir y los chicos empezaron a saltar y a gritar, aplaudiéndole a la nada, porque la mayoría ni sabia quien era el nuevo alumno.- "Bueno, ya... chicos, cálmensen" -Silencio- "Les presento a su nueva alumna..." - Me señalo. Todos se giraron a verme.
Ni piensen que diré mi nombre.
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Hey!!! hacia mucho que no subia nada...
Y bueno.. me dieron los otros dias unos ataques de inspiracion, y empece a escribir... No pregunten como fue que se me vino la idea... Ni si quiera yo lo se...
No se como seguir... apenas es la parte uno, y quiero que tenga algo de accion... (? aunque es muy soso... Pero de todas formas necesitaba subir esto...
Espero que les guste.. Besosososo <3<3<3
PD: El video no tiene mucho que ver con lo que esta escrito... pero bueh...